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Dos conflictos

Edgardo Arredondo Gómez (*)

A veces duermen, si bien les va, en una cama hecha con cartones donde vienen los sueros; otros de plano en el suelo; si son afortunados, sobre una colchoneta que en un descuido le hurtaron a la jefa de piso.

Pero los hay más que han dominado el arte de dormir sentados en una silla, siempre y cuando no sean sorprendidos por el superior en turno que va rumbo a descansar al cuarto asignado con clima, o aún peor: por algún disgustado ente que toma una foto para subirla a las redes sociales.

“Yo no puedo seguir adelante si no duermo mis ocho horas”, esta es la frase que le escuché a un alto directivo farmacéutico, esbocé una sonrisa para recordar que hay gente que no duerme en 36 horas.

Sí, los mismos que a veces hacen una comida diaria. —“Esto no es restaurante, aquí hay horarios y se respetan, así que para que vienen a deshoras”.

Sí, los mismos que hurtan un pan del carrito de comida y que son felices porque “los vikingos” están al 2 x 1 en la tienda de enfrente.

Los mismos que durante cuatro años o más de sus vidas no pueden hacer planes. Abundan los que no pudieron ir al primer festival escolar de su hijo, por estar “castigados” por no haber hecho una solicitud, por omisión o simplemente porque en sentido estricto no era su obligación,

Otros pierden el vuelo de fin de semana en que se iniciaban sus primeras vacaciones, por no cubrir las espaldas a su jefe. Son los mismos que tienen que escoger entre la “Nochebuena” o el “Fin de Año”. Los que son desdeñados por gente influyente que exigen no ser atendidos por practicantes, y los mismos que año con año tienen que ajustarse el cinturón porque es posible que no les paguen en tres quincenas.

¿De quién hablamos?: ¿mineros de una fundidora?, ¿obreros de una maquiladora?, ¿jornaleros de la industria manufacturera? No, hablamos de médicos, sí, médicos titulados; jóvenes que estudiaron de 5 a 6 años, que pagaron sus estudios al Estado, con un año de servicio en comunidades rurales, peligrosas, apartadas y con grandes carencias.

Los mismos que después de un riguroso examen acceden a uno de los centros en donde podrán hacer una especialidad. Durante su formación engrosarán las filas del personal médico del hospital en cuestión, con sus beneficios, desventajas y riesgos.

Mano de obra barata. Con un salario bajo y muchas veces sin más prestaciones que cualquier otro trabajador. En algunos hospitales públicos se les asignará un bono por riesgos profesionales. Alguien me cuestionaba: qué peligro puede correr un médico en un hospital, si se supone que es el sitio más seguro; de nuevo la falta de conocimiento.

En algunos hay condiciones que sí lo son: En un hospital psiquiátrico, si un paciente experimenta una crisis de agitación psicomotriz, rompe una botella de suero y amenaza al personal, no van a llamar al adscrito, es obvio que el médico residente se hará cargo.

Otro ejemplo son las emanaciones radioactivas: en un procedimiento quirúrgico donde se va utilizar intensificador de rayos X y la radiación estará al por mayor, quien no alcanzará un mandil protector de plomo será con toda seguridad el médico residente de menor jerarquía.

Otro ejemplo son los pacientes con enfermedades contagiosas; recuerdo a un médico de mi hospital que se incapacitó con tal de no intervenir quirúrgicamente a un paciente con sida, al cual terminamos operando los residentes; lamentablemente en muchos centros, pacientes con sida, hepatitis C u otras enfermedades contagiosas no cuentan con los medios idóneos de aislamiento y seguridad.

No omito los casos, y muy frecuentes, en donde a falta de personal médico de base son enviados a cubrir áreas y funciones que no les corresponden siendo becarios.

La mayoría de los jóvenes que ingresan a una universidad pública o privada a estudiar Medicina llevan una buena dosis de vocación, algunos provienen de familias de médicos, a otros les tocará inaugurar la tradición; unos entran por conducta imitativa.

Pero hay en todos ellos un denominador común: saben de antemano los sacrificios que esto conlleva. Un médico recuerda la fecha en que inició su aprendizaje, pero ignora cuándo terminará.

La medicina requiere de un constante adiestramiento. Los exámenes son la regla; incluso después de haber terminado la especialidad y ser avalados por los respectivos Consejos, tienen que presentarlos a menudo para ser evaluados y mantener su certificación o cubrir una serie de requisitos académicos para mantenerse vigentes.

Entrar a una Residencia a cursar una Especialidad ya no es un simple objetivo, es en la mayoría de las veces la diferencia entre trabajar en un hospital público o privado, o engrosar las filas de médicos desempleados, o que desafortunadamente en algunas ocasiones, son explotados como consultores médicos en farmacias.

Alguna vez una enfermera me preguntó: ¿Doctor usted es rico?, a lo que yo contesté: ¡No soy rico, soy sabroso! … y lo hice no por evadir la respuesta; es por lógica que el buen desempeño profesional va ligado de la mano, la mayor parte de las veces, al bienestar económico.

Hace unos días, médicos residentes de cinco hospitales de la CDMX iniciaron un movimiento de huelga por el atraso en el pago de tres quincenas y en el incumplimiento de la entrega de un bono por riesgos hospitalarios; sin descuidar la atención en áreas claves como urgencias y quirófanos, los médicos residentes también organizaron una marcha sui generis por las calles de la capital, pulcramente uniformados, en perfecto orden y silencio, ocupando un solo carril para no obstaculizar el derecho a la libre circulación de los demás, sin gritos, sin pintarrajear calles, proferir amenazas o bloquear el acceso a la Cámara de Legisladores.

El movimiento se extendió a hospitales de la SSA de otros estados. No pedían aumento de sueldo, no pedían derogar las evaluaciones, solo lo justo: el pago de su salario. Por increíble que parezca cuando fui residente, hace cerca de 30 años, ya existía el “no pago” de las tres primeras quincenas, me sorprende que esta práctica siga vigente.

Por otro lado, vemos otro foco rojo en nuestro país en relación con la reforma educativa y el magisterio, tema que no voy abordar, porque gente experta lo hace todos los días, simplemente creo, en mi humilde opinión, es más un tema laboral y un asunto que a todos nos compete.

Al parecer en el problema de los médicos residentes ya está resuelto. Ojalá pudiéramos decir lo mismo del otro problema. Hace muchos años Armando Fuentes Aguirre en su “Mirador Norteño” comentó: “Mente sana en cuerpo sano”, los mexicanos no podemos aspirar a esto mientras tengamos deficiencias en educación y salud.

En nuestro México lamentablemente hay situaciones que con el tiempo… parecen no cambiar.— Mérida, Yucatán.

arredondo61@prodigy.net.mx

Médico y escritor

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