Continuando con el especial sobre el “Fenómeno Migratorio”, abordamos en esta ocasión un poco sobre la vida de la comunidad uruguaya en Cancún, quienes a diferencia de otras comunidades de extranjeros, no están concentrados en una área específica de la ciudad.
Avril Gastellú, llegó hace 13 años a la Ciudad de México, cuando se encontraba estudiando su licenciatura en nutrición. Uruguay vivía tensiones socio políticas en esos años, había huelgas, por lo que prefirió venir a México.
Posteriormente, a su pareja le llegó la oportunidad de trabajar en Cancún. Llegando de esta forma al Caribe Mexicano, lugar del que ya no desea irse.
De acuerdo a datos del Instituto Nacional de Migración, en el 2015 residían en México poco más de tres mil uruguayos. Sin embargo, en Quintana Roo existe una comunidad de poco menos de 200 personas, quienes tienen su hogar en Playa del Carmen, Cancún y Tulum.
A diferencia de la comunidad cubana o rusa, que destacan por vivir en una área específica de la ciudad, los uruguayos se dividen en diferentes zonas y se desempeñan en cosas tan variadas que van del arte a la medicina, también han abierto negocios.
Diferencias y similitudes
Avril, como especialista en nutrición, considera que una de las más importantes diferencias entre Uruguay y México son la comida y la forma de alimentarse.
“Es muy curioso porque en Uruguay la gente no se salta sus alimentos y es muy común que su almuerzo fuerte sea a la una o dos de la tarde mientras que en México, pese a ser la cuna de la nutrición en Latinoamerica, la gente puede almorzar a las cinco o seis de la tarde”, detalló.
Por otra parte destaca que aunque en eso seamos diferentes, cosas como “el amor al fútbol”, a la naturaleza y a la playa, nos unen.
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Tradiciones que no se pierden
El mate, los asados y los “ñoquis” una especie de pasta hecha a base de papa, son las tradiciones que los uruguayos mantienen pese a estar lejos de casa.
Mate: bebida tradicional
Es así como los 29 de cada mes se reúnen a degustar de los ñoquis con la tradición de colocar dinero debajo del plato caliente, para después de comer guardarlo en la cartera. Como un ritual para que no les vaya mal en lo económico.
“Quizá no somos una comunidad extranjera tan grande como otras en Cancún, sin embargo somos unidos, aunque no estemos todo el tiempo reuniéndonos. Culturalmente nos han dicho que somos unos amargados, pero no importa, nos enorgullece que se nos haga notar”, finalizó Avril.